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Investigación en la ingeniería biomédica: importancia de la ponderación riesgo/beneficio

Investigación en la ingeniería biomédica: importancia de la ponderación riesgo/beneficio

La aplicación de los saberes y conocimientos de la ingeniería biomédica para la protección y mejora de la salud individual y pública es cada día más indispensable. Una visión utilitarista (el fin justifica los medios) en la consecución de tal objetivo no está en consonancia con las actuales exigencias éticas y legales. Por eso es necesario prestar especial atención a la ponderación riesgo/beneficio, especialmente en proyectos de investigación en la ingeniería biomédica que impliquen la experimentación en humanos.

De allí que la ética y la justicia están llamadas a ser el faro orientador en la navegación y arribada de proyectos de investigación en el campo de la biomedicina. El programa de Maestría en Investigación Biomédica que ofrece la Universidad EIA ayuda a generar propuestas con impacto en las necesidades de salud comunitarias. Este centro forma profesionales e investigadores que impactarán de forma positiva en el desarrollo tecnológico, económico, cultural y social de la nación con equidad y justicia. Este tema se profundiza en la Maestría en Ingeniería Biomédica con énfasis en investigación de la EIA.

Retos de la investigación en la ingeniería biomédica

Además de asegurarse de la solidez científica y valor social de un proyecto de investigación biomédica, todos los actores que intervienen en su planteamiento, diseño, desarrollo y ejecución deben articularse sinérgicamente para aportar soluciones al área de la salud (en campos científicos, tecnológicos o administrativos). De este modo, se minimizan los posibles riesgos directos o colaterales. Más aún teniendo en cuenta que la investigación biomédica, generalmente, usa procedimientos invasivos o se utiliza para responder a necesidades específicas de los participantes en el proyecto.

Principios éticos esenciales en la investigación biomédica

Los investigadores, patrocinadores, comités de ética en investigación y autoridades gubernamentales han de conocer, respetar y promover los siguientes principios éticos fundamentales. Estos han sido reconocidos internacionalmente y tienen antecedentes positivos en instrumentos como el código de Núremberg, la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial o las Directrices Internacionales del Consejo de Organizaciones Internacionales y Ciencias (CIOMS):

  1. Los candidatos a un determinado proyecto deben recibir previamente toda la información relevante y pertinente sobre los riesgos previsibles asociados a la investigación. También se les debe informar los beneficios potenciales de esta. Así, su decisión de participar será libre, consciente, expresa y voluntaria; sin ningún tipo de coacción. El respeto por la autonomía de la voluntad del sujeto investigado se materializa con el consentimiento informado. Es preferible, en todos los casos, que sea otorgado por escrito. Éste sólo podrá omitirse en intervenciones con un riesgo calificado como “mínimo” y previo concepto favorable del comité de ética de la investigación.
  2. Durante el proyecto, en sus etapas previas y posteriores, el respeto por los derechos humanos de los participantes y los miembros de sus comunidades deberá estar garantizado de forma real y efectiva. Los datos personales y otra información sensible deben ser de carácter confidencial. El sujeto de estudio de la investigación ha de verse en función de su contexto y entorno y no de forma aislada, ya que la dignidad humana es un derecho que no puede verse menoscabado bajo ninguna circunstancia. Los tratos crueles, inhumanos o degradantes no están permitidos.
  3. Como toda propuesta tiene riesgos, cargas y costos, una pauta ética y legal es determinar sí la relación riesgo/beneficio es favorable. Este será un criterio esencial de la legitimación y justificación de la ejecución de una investigación. El beneficio que se quiere obtener debe ser medible cuantitativa o cualitativamente. Ejemplo de un beneficio sería el de aportar información relevante y pertinente sobre enfermedades de alta complejidad o prioritaria atención para una comunidad específica, imposible de alcanzar de otra forma. Cuando el aporte como resultado de la investigación es científicamente relevante, se convierte en una estructura central para futuras investigaciones en la biomedicina o en campos relacionados con esta.
  4. Los sujetos investigados que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad han de contar con garantías que impidan su abuso y explotación. Algunas circunstancias de vulnerabilidad pueden darse por factores sociales o económicos. También se encuentran en esta categoría grupos poblacionales en una relación de subordinación en organizaciones jerárquicas. Por otra parte, los niños y las personas con trastornos mentales psicosociales presentan circunstancias de desprotección que deben tenerse en cuenta, especialmente, en la capacidad de toma de decisiones. Desde luego, no solo individuos sino también comunidades enteras pueden ser objeto de explotación y tratos degradantes. Como resultado, terminan soportando todo el peso de la investigación y recibiendo poco o ningún beneficio de sus productos y resultados.
  5. Favorecer la minimización de los riesgos asociados a la investigación, partiendo de la premisa de que siempre pueden ocurrir. Estos riesgos deben ser razonables y proporcionales en función de las características y objetivos del proyecto. La rigurosidad de la metodología y un adecuado proceso de selección de participantes pueden ayudar a reducir los riesgos.
  6. Actuar de forma equitativa y justa en aspectos referentes a la accesibilidad, uso e impacto de los resultados y demás productos obtenidos como fruto de la investigación desarrollada, tanto para quienes participaron en él como para la comunidad en general. Pero, en especial, en aquellas comunidades de bajos recursos o en condiciones de vulnerabilidad. Por ejemplo, ¿se puede garantizar la continuidad del tratamiento a estas poblaciones? La distribución justa de los beneficios y cargas de la investigación es de vital importancia, no es una cuestión opcional.
  7. La distribución equitativa de los riesgos y cargas incluye per se el tipo de población que se elige para la participación del proyecto. Es fundamental no sobre investigar individuos o comunidades en condición de vulnerabilidad o marginación. En la selección de participantes hay que usar los criterios de objetividad, razonabilidad y proporcionalidad. Incluir un grupo diverso de personas en la mayoría de las ocasiones enriquece la calidad de la investigación y evita un estudio sesgado.
  8. La población vulnerable no tiene por qué ser tajantemente excluida de las investigaciones en la ingeniería biomédica. Más bien, el equipo y demás involucrados deben tomar medidas y estrategias adicionales para garantizar su bienestar físico y mental. Cada individuo debe estar protegido de la explotación por parte de personas o grupos con poder.
Ponderación riesgo/beneficio

A la hora de ponderar o realizar el balance riesgo/beneficio, es insoslayable entender el riesgo en sus dimensiones individual y colectiva. Por ejemplo, el impacto que el estudio tendría en las redes y grupos sociales más cercanos al investigado, como su familia, amigos, vecinos o compañeros de trabajo. El riesgo como probabilidad de daño, menoscabo, detrimento o perjuicio no es solo de tipo físico.
De esta manera, existen otras categorías, como el daño moral o la afectación social, emocional y financiera. Por eso es fundamental evaluar la probabilidad del riesgo y caracterizarlo. Este puede ser mínimo, bajo, medio y alto (esto de acuerdo a la magnitud, importancia e impacto del peligro). Aquellas investigaciones con un nivel de riesgo alto usualmente representan un beneficio individual para el paciente y están enfocadas a mejorar su estado de salud o calidad de vida.
En ese sentido, la experimentación en humanos debe tener límites determinados. Existen riesgos que no se pueden justificar, independientemente del valor científico y social que prometa el posible resultado de la investigación. A continuación, se presenta un ejemplo clásico de la literatura científica para ilustrarlo mejor. Una investigación que pretenda infectar con ébola a pacientes sanos sería inaceptable (desde el punto de vista ético), pues el riesgo de mortalidad es muy alto, incluso cuando el beneficio pudiera resultar en el desarrollo de una vacuna o tratamiento eficaz.
Así, el balance ético de la relación riesgo/beneficio no es una fórmula física, rígida, inalterable y aplicable a todos los casos. Por el contrario, requiere un cuestionamiento concienzudo de todos los factores y componentes de la investigación y un estudio pormenorizado de los riesgos predecibles (probabilidad y magnitud) y de los beneficios posibles o potenciales (valor social e individual y aporte científico). Los riesgos deben ser inferiores a los beneficios esperados.
Además, los riesgos y beneficios aceptables también pueden estar condicionados a los valores y preferencias de una comunidad determinada. Los beneficios más ostensibles son la mejora en los sistemas de salud, la calidad de vida, la disminución de costes y la optimización de recursos.
Plantearse siempre cuáles son los riesgos probables y evaluar su nivel e impacto en el paciente es fundamental para verificar la viabilidad de este tipo de proyectos. Cuanto mayores y más graves sean los riesgos previsibles, mayores han de ser los beneficios potenciales. Estos riesgos pueden ser directos o colaterales.
Por eso, no hay que olvidar la importancia de minimizar los riesgos y optimizar los resultados de manera realista y razonable. Una adecuada formulación del problema a resolver y una ejecución del proyecto orientada sobre el respeto por los principios éticos conducen a resultados de investigación óptimos, equitativos y justos. Este tema se profundiza en la Maestría en Ingeniería Biomédica con énfasis en investigación de la EIA. Esta es una institución educativa con acreditación de alta calidad y, por supuesto, comprometida con la investigación en la ingeniería biomédica desarrollada bajo los principios de la ética y la justicia.

Alejandro Piedrahíta Borrero

Alejandro Piedrahita nació en Medellín el 2 de marzo de 1973. Se graduó como administrador de negocios de la Universidad EAFIT. Posteriormente realizó una Maestría en Ciencias (M.Sc.) en desarrollo económico en London School of Economics y un Programa en Alta Dirección Empresarial (PADE) de la Universidad de La Sabana. Adicionalmente, participó en el programa de gerencia general (General Management Program) de Harvard Business School.

Tiene más de 20 años de experiencia en estructuración y ejecución de proyectos en banca de inversión en temas de mercado capitales, finanzas corporativas, financiación (créditos sindicados y project finance), fusiones, adquisiciones y derivados.

Desde junio de 2015, ocupa el cargo de Vicepresidente de Estrategia y Finanzas Corporativas en Grupo Argos. Antes de ocupar este cargo, trabajó como Vicepresidente de Estructuración Mercado de Capitales en la Banca de Inversión Bancolombia S.A. desde el 2008, antes se desempeñó el puesto de Gerente de Estructuración de Productos Derivados en Bancolombia S.A. y también trabajó como Director de Investigaciones Económicas en Corfinsura S.A. y como Director de Proyectos Especiales en Susalud S.A.

Actualmente es miembro principal de las juntas directivas de: Cementos Argos, Celsia, Odinsa, comité de inversiones de Pactia y Aceros MAPA S.A., Corporación Surgir, miembro de Iluma (Premex S.A.S) y del Consejo Superior de la Universidad EIA.

Ha estado vinculado con la academia y ha sido profesor de cátedra en pregrado y postgrado en varias universidades como: EAFIT, EIA, Universidad Nacional, Universidad Javeriana y Universidad de Medellín.
Ningún miembro del Comité Directivo tiene la calidad de Persona Expuesta Políticamente de acuerdo con la definición del Decreto 1674 de 2016.

Jorge Mario Velásquez Jaramillo

Presidente

Ingeniero Civil en la Universidad EIA y realizó una especialización con énfasis en la Industria del Cemento en Inglaterra. Participó en el CEO’s Management Program de Kellogg School of Management y en el programa de Supply Chain Strategies de Stanford University. Adicionalmente, es egresado del programa de Alto Gobierno de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes.

Desde el 1 de abril de 2016, se desempeña como presidente de Grupo Argos, holding de infraestructura en el continente americano, líder en el negocio de cementos a través de Cementos Argos, con una plataforma única de inversión en concesiones viales y aeroportuarias administradas por Odinsa y un portafolio diferenciado e innovador tanto en energías convencionales como renovables gestionado por Celsia.

Antes de desempeñar su rol como presidente de Grupo Argos, desarrolló una carrera destacada como presidente de Cementos Argos, compañía líder en el negocio de Cemento en Colombia, con presencia en 15 países y actualmente el segundo productor de concreto de los Estados Unidos.

Este líder empresarial, que empezó su carrera en Argos en 1986 como practicante, desempeñó diversos cargos en Cementos Argos en el pasado, incluyendo la Vicepresidencia de Logística de Argos, la Gerencia General de Cementos del Nare, la Presidencia de Cementos Paz del Río y la Vicepresidencia Regional Caribe, con responsabilidades sobre las operaciones de Cementos Argos en Panamá, Haití, República Dominicana, Suriname y territorios insulares, así como el comercio internacional de la compañía.

Actualmente es miembro principal de las juntas directivas de Cementos Argos, Celsia, Odinsa, Fundación Grupo Argos, la Asociación Nacional de Empresarios – ANDI, Proantioquia, y el Consejo Superior de la Universidad EIA.