Educación y empleabilidad en Colombia: retos y oportunidades en la era digital.
Conversación con Lina María Agudelo, Decana de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Básicas y Miguel Fernando Jaramillo, Director de Planeación de la Universidad EIA
20 de marzo de 2025
La relación entre educación y empleo ha cambiado significativamente en los últimos años, impulsada por la automatización, la digitalización y la globalización. Según el Future of Jobs Report 2025 del Foro Económico Mundial, el 39% de las habilidades actuales quedará obsoleto en 2030, lo que obliga a repensar los modelos educativos tradicionales. En este contexto, la educación en Colombia enfrenta un panorama complejo, influenciado por factores demográficos, tecnológicos y socioeconómicos que afectan tanto el acceso como la pertinencia de la formación académica frente a las demandas del mercado laboral.
Situación actual de la educación en Colombia
En los últimos años, la tasa de crecimiento de la educación superior en Colombia ha disminuido significativamente, pasando de un 5-7% anual a tan solo un 1.2% en la actualidad. Esto refleja una reducción en el número de jóvenes que acceden a la educación superior, lo que responde a factores demográficos y a cambios en las expectativas de las nuevas generaciones. Como expone Miguel Fernando Jaramillo, director de planeación y estrategia de la Universidad EIA, «para muchos jóvenes el escenario de enfrentarse a una formación de 5 años es demasiado largo, ya no les interesa hacer una carrera profesional tradicional». Esto ha llevado a una mayor exploración de alternativas como el emprendimiento, los cursos en línea y las certificaciones rápidas.
Además, el mercado laboral colombiano enfrenta una desconexión entre la oferta educativa y las necesidades empresariales. Mientras que las empresas requieren habilidades específicas, el sistema educativo formal es rígido para la adaptación de sus programas, lo que genera un desfase entre la formación académica y la realidad laboral.
Tendencias en educación y formación
Para responder a estos cambios, las instituciones educativas deben caracterizarse por la flexibilidad curricular, con diseños de programas más adaptativos, ciclos formativos más cortos y personalizados; un enfoque en el aprendizaje por competencias, priorizando habilidades del siglo XXI como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la alfabetización digital; la promoción de la educación continua y el reentrenamiento, garantizando la formación a lo largo de la vida para responder a los cambios del mercado laboral; y la internacionalización y digitalización, integrando plataformas globales de aprendizaje y fomentando experiencias internacionales que impulsen la movilidad estudiantil y laboral. Lina María Agudelo, Decana de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Básicas de la Universidad EIA, enfatiza que las universidades deben acelerar la actualización de sus programas para reducir esta brecha y garantizar que los profesionales egresados cuenten con competencias relevantes para el mercado.
Habilidades clave en 2025
Porcentaje de empleadores que consideran las siguientes habilidades como fundamentales para su fuerza laboral.
Fuente: World Economic Forum, Future of Jobs Survey 2024.
Sin embargo, esta transformación enfrenta obstáculos administrativos y regulatorios. Como señala Jaramillo, «una universidad que quiere ofrecer un programa de una carrera profesional tiene que contar con un registro que lo entrega el Ministerio de Educación, y el proceso de aprobación de esos registros toma años». Esto significa que cuando finalmente un programa académico logra adaptarse a nuevas tendencias o tecnologías, el mercado ya ha evolucionado nuevamente, dejando rezagadas las habilidades que los estudiantes adquieren. Esta falta de agilidad en la actualización curricular limita la capacidad del sistema educativo para responder con prontitud a las necesidades del sector productivo, lo que refuerza la necesidad de implementar mecanismos más flexibles y dinámicos para el diseño de los planes de estudio.
La corresponsabilidad en la formación del talento
La educación no puede ser responsabilidad exclusiva de las universidades. Agudelo y Jaramillo coinciden en la necesidad de un enfoque sistémico en el que participen diversos actores, como las empresas, que no solo deben actuar como receptoras de talento, sino también como agentes activos en la formación profesional, contribuyendo a la pedagogía y a la actualización curricular. Los colegios y la educación básica juegan un papel fundamental al iniciar la formación de competencias desde la educación primaria y secundaria, preparando a los estudiantes para la realidad laboral del futuro. Asimismo, las familias deben asumir un rol clave como facilitadoras del aprendizaje, comprendiendo las dinámicas del mercado laboral y fomentando habilidades socioemocionales y cognitivas en sus hijos. Como señala Lina María Agudelo, el acompañamiento de las familias es fundamental para que los jóvenes desarrollen una mentalidad de aprendizaje continuo y resiliencia ante los cambios del mercado laboral, apoyándolos en la toma de decisiones educativas y profesionales alineadas con sus intereses y con las demandas del entorno. Finalmente, los reguladores educativos deben garantizar marcos normativos ágiles que permitan la innovación en la educación sin generar obstáculos burocráticos.
Retos en la formación y el mercado laboral
Uno de los principales desafíos es la brecha de habilidades. Según el Foro Económico Mundial, las competencias más demandadas incluyen pensamiento analítico, resolución de problemas complejos y habilidades en manejo de datos. Sin embargo, estas habilidades no están siendo adecuadamente desarrolladas desde la educación básica y secundaria. Además, la automatización y digitalización están transformando sectores enteros, generando nuevas oportunidades de empleo pero también desplazando trabajadores, lo que hace urgente una formación continua y adaptable.
Por otro lado, el acceso a la educación superior en Colombia enfrenta barreras económicas significativas. La crisis del ICETEX y el límite de cupos en las universidades públicas han impactado la movilidad social y el desarrollo del país. Jaramillo advierte que «lo que está pasando con el ICETEX es gravísimo… este año se abrirán solo 10,000 cupos en lugar de los 60,000 habituales». La incertidumbre sobre los créditos educativos y el aumento de las cuotas han generado dificultades económicas para miles de estudiantes.
Ante este panorama, es necesario repensar los modelos de financiamiento educativo. Como señala Miguel Jaramillo, la situación actual en el ICETEX ha convertido al crédito educativo en incierto e inestable, con cambios abruptos en los derechos adquiridos y modificaciones en las condiciones de pago de los recién graduados . Jaramillo advierte que «la semana pasada le dijeron a cientos de miles de personas en Colombia que les cambiaban las condiciones de su crédito educativo, obligándolos a pagar unos intereses que les habían sido condonados inicialmente, lo cual aumenta sus cuotas entre un 20% y un 60%». Ante esta situación, es fundamental diseñar alternativas más sostenibles, como créditos condonables, esquemas de pago basados en ingresos y alianzas público-privadas, que permitan a más estudiantes acceder a la educación sin que las condiciones de pago se conviertan en una barrera insalvable. También es necesario fortalecer los niveles de formación técnicos y tecnológicos como una opción viable, promoviendo su reconocimiento y aceptación dentro del mercado laboral para ampliar las oportunidades de formación profesional.
Conclusión
La educación en Colombia enfrenta desafíos estructurales que requieren reformas profundas para responder a las nuevas dinámicas del mercado laboral y las expectativas de los jóvenes. Como señala Lina María Agudelo, no podemos seguir formando profesionales de manera aislada; el aprendizaje debe ser integral, desde la educación básica hasta la empresa. Solo con un enfoque corresponsable y orientado a la formación de habilidades relevantes se podrá asegurar que los estudiantes de hoy sean los profesionales exitosos del mañana. La rigidez de los programas académicos, la brecha de habilidades y las barreras de acceso demandan un enfoque más flexible e inclusivo. La formación técnica y tecnológica debe fortalecerse como una opción viable y de alta empleabilidad, al tiempo que se modernizan los esquemas de financiamiento para garantizar acceso equitativo sin generar endeudamiento excesivo.
La colaboración entre universidades, empresas y el gobierno es crucial para alinear la oferta educativa con las necesidades del sector productivo y fomentar modelos de aprendizaje continuo. Si Colombia no avanza en estas transformaciones, el sistema educativo seguirá rezagado, afectando la movilidad social y el crecimiento económico. La educación debe adaptarse a un entorno en constante evolución, asegurando que los jóvenes cuenten con herramientas para enfrentar los retos del futuro.