Mamá, tu nieto será un gato. Decrecimiento poblacional: El llamado para abordar el tema como una amenaza no ha sido escuchado.
Georffrey Acevedo González – Dirección de Ingeniería Mecatrónica
Agosto 2 de 2024
Las voces y risas de los barrios han desaparecido, reemplazadas por el silencio. Las familias numerosas de antes, con hasta 18 hijos, se han reducido a familias pequeñas o sin hijos. La tradicional novena de Navidad, que reunía a más de 40 niños, ahora cuenta con pocos. Aunque los jóvenes dicen “mamá, tu nieto será un gato”, estas respuestas no reflejan una tendencia clara de crecimiento o descrecimiento poblacional, ya que varía con el tiempo, las realidades regionales y el estrato socioeconómico.
Sin embargo, las estadísticas hablan por sí solas. Las características demográficas están cambiando rápidamente: en 12 años, la población mundial aumentó en mil millones, alcanzando los 8,000 millones en 2022. En 2023, se anunció que no alcanzamos la tasa de reemplazo mundial de 2.1, lo que llevó a la ONU a proyectar una cima poblacional de 10,300 millones para 2080. En Colombia, se anunció una posible tasa de fecundidad de 1.2, por debajo del límite de fecundidad muy baja de 1.5 hijos por mujer.
A pesar de la incertidumbre sobre la evolución de la fecundidad, una tasa de 1.2 sorprende cuando se estimaba 1.67 para 2050. En Colombia, esta tasa es intrigante, ya que aún mejora las condiciones sanitarias y de vida, lo que podría elevar la tasa de reemplazo a 2.1. Además, la emigración de jóvenes y familias en edad reproductiva afecta significativamente al país.
El crecimiento poblacional está relacionado con la reducción de la mortalidad infantil y el aumento de la longevidad, mejorando la calidad de vida, la salud, la productividad y el crecimiento económico.
Las causas del envejecimiento y desaceleración del crecimiento poblacional son diversas. Por un lado, la baja fecundidad, resultado de un mayor control natal, refleja el éxito de las campañas de educación sexual y el acceso a anticonceptivos. También está vinculada a más equidad de género y mayores derechos reproductivos, lo que permite criar y educar mejor a los hijos, empoderando a mujeres y niñas. Además, se asocia a legislaciones sobre divorcio y aborto, al aumento de la urbanización y a una disminución de la religiosidad. Por otro lado, la baja natalidad está relacionada con el aplazamiento de la maternidad y el aumento de nacimientos en edades con mayor nivel educativo. Este aplazamiento puede llevar a elegir una vida sin hijos.
El envejecimiento poblacional aumenta la presión sobre el sistema de seguridad social y la salud pública. Una baja fecundidad resalta la necesidad de conciliar la vida productiva con mayor apoyo a la maternidad y paternidad, flexibilidad laboral, servicios de cuidado infantil y una cultura de corresponsabilidad de género en el cuidado de niños y tareas domésticas. Además, una tasa de fecundidad extremadamente baja (menor a 1.5) provoca un déficit de mano de obra, menos contribuyentes activos y, en consecuencia, menor capacidad gubernamental para proveer servicios. Esto también incrementa la necesidad de cuidadores en un sector de baja productividad y menor cualificación. Menos jóvenes significan menos productividad, innovación y desarrollo tecnológico, dificultando la retención de empleados y elevando los costos de formación. En sociedades como Japón, esto genera temor al declive irreversible de la población
Es natural que surjan alarmas ante la incertidumbre sobre el umbral de estabilización de la TGF y la falta de experiencia con la baja fecundidad. Debemos cuestionar cómo convertir la transición demográfica en una oportunidad, gestionar la nueva realidad y mitigar los impactos negativos de la reducción acelerada del crecimiento y tamaño de la población.
Los expertos sugieren mitigar las causas de la baja fecundidad con políticas familiares que fortalezcan el bienestar estatal. Proponen servicios de cuidado infantil, transferencias económicas, licencias parentales, apoyo, horarios laborales flexibles, educación para la igualdad, mayor involucramiento de hombres en tareas domésticas y políticas inclusivas para aprovechar la experiencia de los mayores, todo en el contexto de la desigualdad local y el acceso a servicios públicos.
La construcción de una sociedad resiliente, próspera e inclusiva se basa en el derecho a tomar decisiones, donde tener hijos es una opción personal que contribuye a la autorrealización sin obstaculizar el desarrollo personal y laboral. Esto implica adoptar políticas familiares integrales enfocadas en la corresponsabilidad, autonomía individual, equidad de género y derechos, permitiendo una planificación familiar basada en la reflexión y la libertad de elección.
Estamos cambiando más rápido de lo previsto. La información crea tendencias y determina preferencias profesionales. Los jóvenes enfrentan desconfianza en el futuro debido al calentamiento global, la pandemia, la guerra, y tecnologías como la IA y la robótica, vistas más como amenazas que oportunidades, incluso pronosticando la desaparición de trabajos.
Pero con una perspectiva más optimista, creemos que se trata de la construcción de una sociedad más inclusiva, construida sobre la base de la adopción de políticas que en lugar de ser orientadas a los incentivos financieros, tengan como pilar fundamental políticas familiares integrales para favorecer la autonomía individual y la autorrealización, la equidad de género y los derechos; la planificación familiar como resultado de un proceso de reflexión, de la decisión libre de personas empoderadas, donde se respeta la libertad de elegir el número de hijos que se desea tener y en qué momento de la vida.