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¡Reivindiquemos a la Universidad!

Un llamado del G8 Universidades a su propia comunidad universitaria, a la sociedad en general y a los Gobiernos local y nacional

5 de mayo de 2020

Vale la pena recordar que, en su esencia, la Universidad es generadora de conocimiento y de pensamiento y así se ha declarado siempre; pero igual, y más importante aún, es formadora de seres humanos libres, autónomos y científicamente competentes. La Universidad es un sistema humano, desarrollado por humanos que trabajan para impulsar el desarrollo social, económico y tecnológico; no se nos puede olvidar el papel fundamental que tiene con la sociedad. Tal vez, el fin último, es que los seres humanos que forma sean de la más alta calidad humana para favorecer la calidad de vida de la sociedad en la que viven.

Reivindiquemos a la Universidad y con ello estaremos fortaleciendo un faro de la sociedad. El informe «La Educación Superior en Colombia» realizado por la OCDE y el Banco Mundial en 2012, reconoce que hay varios puntos fuertes en educación superior: «el considerable aumento en la cobertura en los últimos diez años, un variado panorama institucional, la sólida y coherente planificación nacional y formulación de políticas, el fuerte apoyo a la equidad y una institución de préstamos estudiantiles que es de las mejores del mundo; unos sistemas de evaluación completos y avanzados y un compromiso con la toma de decisiones basada en datos»[1]. 

Hoy, cuando la pandemia nos obligó a encerrarnos, la Universidad tomó la decisión de continuar sus tareas misionales y, entre ellas, seguir impulsando la formación de los estudiantes. No cerró sus puertas, cerró sus campus, pero no sus proyectos; cerró los salones, pero no el alma que impulsa la formación de los estudiantes; cerró sus laboratorios, pero no el pensamiento. La primera preocupación de las universidades fueron los estudiantes y su comunidad académica, por eso no los dejó solos y acudió a la virtualidad, la educación remota, la educación mediada por tecnología, los encuentros virtuales, las capacitaciones… a todo lo que esté a su alcance para lograr el proceso de formación con el menor sacrificio de la calidad, sabiendo que su metodología es la presencial. No renuncia a su misión: «la misión de la universidad es deberse ante todo a sí misma, obedecerse a sí misma como tradición y como proyecto»[2].

La Universidad, en este encierro, ha luchado para no detener su desarrollo. El apoyo a los estudiantes se busca de muchas maneras: computadores, tabletas, ayudas económicas, pagos de internet, mercados, pasajes… sobrepasando su propio alcance institucional para que los estudiantes sigan sintiendo y viendo una Universidad viva. Son esfuerzos que a veces no se reconocen. Pero la Universidad no para de pensar en qué más hacer para impulsar el bienestar de sus estudiantes.

Estas acciones inciden en que los estudiantes no vean frustrado su proceso de formación; que los que se van a graduar lo puedan hacer en los tiempos estipulados, porque la tecnología ha servido también para que obtengan sus diplomas, esos que han trabajado por cinco años o más.

¡Reivindiquemos a la Universidad! ¡Protejámosla! La calidad de la formación no está dada únicamente por los campus abiertos. La calidad está dada por los profesores que forman, por los procesos institucionales que reflejan el aprendizaje de décadas y hasta siglos de experiencia, por los estudiantes que ponen de su parte para alcanzar la meta y por todo el personal de apoyo de la Universidad para facilitar los logros. No es tan simple despreciarla porque hoy, obligada por las circunstancias, haya tenido que adoptar el trabajo remoto desde las casas, como única posibilidad ante la fuerza apabullante de la pandemia. Y por esto, la Universidad no pierde su esencia, esa que ha construido por su casi milenaria existencia; en eso, estamos comprometidos todos los que hacemos parte de la Universidad.

El ejercicio actual de la Universidad en estas circunstancias demanda grandes esfuerzos, que las directivas y sus equipos de trabajo afrontan con dedicación para pensar en soluciones; las dificultades y sacrificios que plantean los estudiantes son los mismos que tienen los profesores preparando sus clases y actividades académicas, buscando alternativas para sus metodologías pedagógicas, organizando encuentros, buscando las mejores alternativas para el desarrollo de su formación y apoyando a sus estudiantes en su proceso.

¡Reivindiquemos a la Universidad! Porque hay algo muy claro: la Universidad es de la sociedad. No es pública ni privada. Le pertenece a la sociedad.

La formación no es la tecnología (ella es tan solo un medio), la fortaleza de la Universidad está en sus proyectos educativos y en la ilusión de entregar a la sociedad, ciudadanos formados con el rigor de la ciencia, y con la sensibilidad social para entender al otro y los otros; la Universidad entiende que las sociedades serán mejores cuando formen mejores personas, mejores ciudadanos. Ese ha sido y es su fin. La sociedad progresa por los egresados que recibe. Son ellos los que impulsan el desarrollo con sus emprendimientos, sus iniciativas, sus investigaciones.

De nada le sirve al país tener grandes profesionales y expertos en ciencia y tecnología que no respeten la vida, la dignidad de las personas, los derechos, la justicia, la diversidad cultural, sustentados en profundos principios éticos… ¡y eso se aprende en la Universidad! Porque como lo dice la Unesco:

«La educación no puede resolver por sí sola todos los problemas del desarrollo, pero una visión humanista y holística de la educación puede contribuir a lograr un nuevo modelo de desarrollo. En ese modelo, el crecimiento económico (científico y tecnológico) ha de estar regido por el respeto al medio ambiente y la preocupación por la paz, la inclusión y la justicia social. Los principios éticos y morales de una visión humanista del desarrollo se oponen a la violencia, la intolerancia, la discriminación y la exclusión»[3] (paréntesis propio).

Estas cosas no las enseña la tecnología, las impulsa la Universidad. Por eso ha trascendido los hechos históricos más difíciles; porque a pesar de las dificultades, y aunque se vea amenazada, su esencia es la que la saca a flote: formar los mejores para construir mejores sociedades.

Es por eso que hacemos esta invitación a los Gobiernos locales y nacional, a la sociedad en general, pero con un mayor énfasis en los estudiantes y padres de familia para que sus decisiones sean las responsables frente a este tiempo difícil y aquellos por venir. La Universidad es un gran soporte de la sociedad y debe ser mirada por lo que ha aportado y puede aportar para salir adelante de esta crisis universal con la posibilidad de construir un futuro mejor.

[1] OCDE, Banco Mundial. La Educación Superior en Colombia. Evaluaciones de políticas nacionales de educación. Colombia. 2012. Página 14.

[2] Antanas Mockus Sivickas. Pensar la Universidad. Medellín, editorial EAFIT, 2012.

[3] UNESCO. Replantear la educación ¿hacia un bien común? 2015

Alejandro Piedrahíta Borrero

Alejandro Piedrahita nació en Medellín el 2 de marzo de 1973. Se graduó como administrador de negocios de la Universidad EAFIT. Posteriormente realizó una Maestría en Ciencias (M.Sc.) en desarrollo económico en London School of Economics y un Programa en Alta Dirección Empresarial (PADE) de la Universidad de La Sabana. Adicionalmente, participó en el programa de gerencia general (General Management Program) de Harvard Business School.

Tiene más de 20 años de experiencia en estructuración y ejecución de proyectos en banca de inversión en temas de mercado capitales, finanzas corporativas, financiación (créditos sindicados y project finance), fusiones, adquisiciones y derivados.

Desde junio de 2015, ocupa el cargo de Vicepresidente de Estrategia y Finanzas Corporativas en Grupo Argos. Antes de ocupar este cargo, trabajó como Vicepresidente de Estructuración Mercado de Capitales en la Banca de Inversión Bancolombia S.A. desde el 2008, antes se desempeñó el puesto de Gerente de Estructuración de Productos Derivados en Bancolombia S.A. y también trabajó como Director de Investigaciones Económicas en Corfinsura S.A. y como Director de Proyectos Especiales en Susalud S.A.

Actualmente es miembro principal de las juntas directivas de: Cementos Argos, Celsia, Odinsa, comité de inversiones de Pactia y Aceros MAPA S.A., Corporación Surgir, miembro de Iluma (Premex S.A.S) y del Consejo Superior de la Universidad EIA.

Ha estado vinculado con la academia y ha sido profesor de cátedra en pregrado y postgrado en varias universidades como: EAFIT, EIA, Universidad Nacional, Universidad Javeriana y Universidad de Medellín.
Ningún miembro del Comité Directivo tiene la calidad de Persona Expuesta Políticamente de acuerdo con la definición del Decreto 1674 de 2016.

Jorge Mario Velásquez Jaramillo

Presidente

Ingeniero Civil en la Universidad EIA y realizó una especialización con énfasis en la Industria del Cemento en Inglaterra. Participó en el CEO’s Management Program de Kellogg School of Management y en el programa de Supply Chain Strategies de Stanford University. Adicionalmente, es egresado del programa de Alto Gobierno de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes.

Desde el 1 de abril de 2016, se desempeña como presidente de Grupo Argos, holding de infraestructura en el continente americano, líder en el negocio de cementos a través de Cementos Argos, con una plataforma única de inversión en concesiones viales y aeroportuarias administradas por Odinsa y un portafolio diferenciado e innovador tanto en energías convencionales como renovables gestionado por Celsia.

Antes de desempeñar su rol como presidente de Grupo Argos, desarrolló una carrera destacada como presidente de Cementos Argos, compañía líder en el negocio de Cemento en Colombia, con presencia en 15 países y actualmente el segundo productor de concreto de los Estados Unidos.

Este líder empresarial, que empezó su carrera en Argos en 1986 como practicante, desempeñó diversos cargos en Cementos Argos en el pasado, incluyendo la Vicepresidencia de Logística de Argos, la Gerencia General de Cementos del Nare, la Presidencia de Cementos Paz del Río y la Vicepresidencia Regional Caribe, con responsabilidades sobre las operaciones de Cementos Argos en Panamá, Haití, República Dominicana, Suriname y territorios insulares, así como el comercio internacional de la compañía.

Actualmente es miembro principal de las juntas directivas de Cementos Argos, Celsia, Odinsa, Fundación Grupo Argos, la Asociación Nacional de Empresarios – ANDI, Proantioquia, y el Consejo Superior de la Universidad EIA.