Si las máquinas serán más inteligentes, entonces, seamos nosotros sabios. ¿Estamos avanzando sin hacer el debate?
Georffrey Acevedo González, director de Ingeniería Mecatrónica Universidad EIA.
21 de noviembre de 2024
“No basta una ética utilitaria de los riesgos sino una ética responsable sobre los propósitos”.
J.M Lassalle en “Civilización artificial”.
En el marco de la alianza G8, las universidades acreditadas en alta calidad en Antioquia han lanzado una cátedra común para todos sus programas de pregrado: “Ética y Tecnología en la Era de la Inteligencia Artificial”. Esta iniciativa tiene dos objetivos principales: consolidar las capacidades colectivas de las instituciones participantes e integrar a estudiantes y docentes en torno a un tema crucial y urgente en el contexto de la evolución tecnológica. El enfoque se centra en cómo esta transformación impactará el ejercicio profesional, el uso de nuevas herramientas y la manera de abordar los desafíos emergentes.
“No estamos condenados, ni al tecnoptimismo, ni a las declaraciones deterministas, ni al solucionismo tecnológico, es decir, no estamos condenados a un “tranquilos que todo va muy bien”, ni a un “estamos condenados a una tecnología y la sociedad se tiene que adaptar a los cambios”, ni a un “la tecnología define y marca los cambios sociales”, porque ¿qué es más importante? ¿El desarrollo de una tecnología o la estabilidad de una sociedad?
Grandes cambios se fraguan en nuestra sociedad moderna, cambios con grandes implicaciones, que aunque son muy importantes, es un error de cálculo declarar que son la disrupción que dividirá la historia de la humanidad en dos, declaraciones de tales dimensiones ya se han dado antes, incluso, no hace mucho, cuando las grandes compañías quisieron vender y comprar la idea del metaverso.”
Así invitó a reflexionar a los jóvenes el doctor en filosofía y profesor Víctor Hugo Gómez Yepes, quien participó como invitado de la Universidad EIA y su programa de Ingeniería Mecatrónica en la cátedra G8.
Según el profesor Gómez Yepes, todos los seres humanos tienen derecho a participar en este debate. Por ello, resulta fundamental que quienes harán uso de estas tecnologías se formen adecuadamente para contribuir con bases sólidas, argumentos bien fundamentados y un pensamiento crítico. El ser humano posee una dignidad inherente, lo que hace imprescindible un debate ético, político y moral sobre los cambios que estas tecnologías implican.
La ética permea todos los aspectos de la vida: la ética del cuidado de sí mismo, la ética del cuidado del otro (dimensión política) y la ética del cuidado de lo otro (la naturaleza). En nuestra sociedad, es necesario promover discusiones éticas más serias y profundas, que vayan más allá de las simples preocupaciones sobre el desarrollo de competencias para el uso de tecnologías. Es fundamental ejercer el derecho a un debate de mayor calidad que aborde cuestiones clave, entre ellas el cómo, hasta dónde y cuándo hacemos uso, o decidimos no hacer uso, de una determinada tecnología.
Nuestra sociedad necesita espacios para discutir y dialogar, desmitificando la idea de que estamos condenados a un destino inevitable. Elegir es, en esencia, el ejercicio de la ética: el poder de ejercer la libertad mediante decisiones informadas, en lugar de seguir ciegamente la carrera global por dominar la inteligencia artificial, la robótica y la computación cuántica.
Esto requiere enseñar que la tecnología no es neutral, sino que conlleva consecuencias. Los profesionales, tanto del presente como del futuro, deben ser formados para reconocer su capacidad de tomar decisiones responsables. En el ejercicio de su profesión, deben ser capaces de afirmar: “Puedo hacerlo, pero si esto perjudica a alguien, me abstendré, guiado por mi ética de la responsabilidad”. Como señala Antonio Diéguez: “El beneficio económico no puede ser un valor absoluto en cuyas manos dejemos el futuro de la humanidad”.
Se trata de promover una formación basada en el respeto y la honestidad como pilares fundamentales del quehacer profesional. Esto implica educar para fortalecer el compromiso social de las empresas, reconociendo cómo sus decisiones afectan a la sociedad y promoviendo siempre los más altos estándares en términos de calidad, seguridad y evaluación de las consecuencias para todos.
Citando a J.M. Lassalle: “Si las máquinas van a ser más inteligentes, convirtámonos nosotros en seres humanos sabios”. La sabiduría trasciende la inteligencia; implica desarrollar una mayor empatía hacia los demás, hacia el medio ambiente y hacia quienes más lo necesitan. Solo así podremos construir argumentos más sólidos en favor de una humanidad mejor. Como destacó el profesor Gómez, es esencial fomentar la participación de todos en este debate, asegurando que nadie quede excluido del ejercicio de este derecho, y promoviendo que este proyecto de reflexión ética se replique en toda Colombia.