En Semana Santa, tenga en cuenta el botiquín de viaje y su correcto uso
Por Feliciano Escobar
Viajamos con el fin de pasarla bien o de cumplir un cometido o una responsabilidad que, a la larga, deberá retribuir con buenos frutos. Con la mirada puesta en disfrutar aquella playa paradisíaca, firmar ese contrato que se ha venido ajustando durante meses o darle un reporte satisfactorio al jefe, seguramente nuestra mente no quiere imaginar que en cualquier momento puede suceder un accidente y que tengamos que encarar de repente una situación en la que se encuentre en riesgo nuestra vida, la de algún acompañante o de cualquier persona alrededor. Así es que, aunque no queremos que algo malo suceda, vale la pena recordar lo indispensable que es contar siempre con un botiquín de viaje o botiquín de carretera.
Aunque artículos como vendas, algodón, termómetro o gasas parezcan ser extremadamente fáciles de usar y no requerir ningún entrenamiento previo, hay ciertas condiciones a tener en cuenta para no causarle complicaciones a la persona auxiliada, para minimizar los riesgos de que quien auxilia resulte infectado y para disminuir el impacto sobre el medio ambiente.
En las siguientes líneas, resumimos las recomendaciones que plantea Gabriel Jaime Gómez, profesor de Atención Prehospitalaria del programa de Medicina de la Universidad EIA, para hacer un uso adecuado de los elementos del botiquín.
Vendas: estas pueden ser elásticas o fijas. Las elásticas llaman la atención de muchas personas porque parecen más cómodas y prácticas, pero requieren que quien las manipule cuente con cierto entrenamiento. Estas se adaptan muy bien a los diferentes contornos de la anatomía, pero pueden generar una compresión muy fuerte y causar complicaciones momentáneas o duraderas, como la atrofia muscular en una sección específica del cuerpo. Por tanto, para el usuario que no ha recibido instrucción en el uso de vendas elásticas, es preferible que se aprovisione de vendas rígidas (las que no estiran) o semielásticas. La recomendación es contar en el botiquín con un par de carretes de vendas, uno de cuatro y otro de cinco pulgadas de grosor. La longitud mínima de cada carrete debe ser de cuatro yardas.
Algodón: este suave tejido ofrece muchas bondades, sin embargo, el experto advierte que debe usarse solo sobre la piel intacta, es decir, que no puede entrar en contacto con heridas, porque su tejido se adhiere, bien sea al sangrado o a las capas internas de la piel o de otros órganos, lo que puede causar complicaciones, principalmente por infecciones o reacciones alérgicas.
Guantes: son esenciales para evitar el contacto con fluidos corporales ajenos o microorganismos. Los más comunes para la atención en salud son los guantes de látex, aunque últimamente han ganado presencia y aceptación en el mercado los guantes de nitrilo, pues muchas personas afirman que son más resistentes y es menos probable que produzcan reacciones alérgicas, en comparación con los de látex.
Termómetro: el tradicional consta de un cilindro de vidrio con mercurio en su interior. Sin embargo, el profesor Gómez no recomienda su uso por estos días, puesto que ya existen en el mercado otras opciones más seguras. De acuerdo con el docente, los termómetros digitales o infrarrojos son perfectamente confiables y se pueden conseguir por precios desde los dos o tres dólares, para el caso de los digitales, y desde los quince dólares si se trata de los infrarrojos. Por su parte, un termómetro tradicional puede quebrarse fácilmente y dispersarse el mercurio de su interior, lo que puede significar un riesgo para la salud y la vida de personas, animales o plantas.
Esparadrapo o microporo: estas son las cintas adhesivas que se usan para sostener o finalizar un vendaje. El microporo es menos resistente y, por tanto, tiene menos probabilidad de seguir agarrando o sujetando el vendaje conforme pase tiempo, pero tiene la ventaja de que su porosidad facilita el paso del aire hacia la herida, lo que ayuda a cicatrizar más rápido y mejor.
Líquido antiséptico y suero fisiológico: esta dupla es la encargada de desinfectar la superficie herida y dejarla en condiciones óptimas para el vendaje o la cicatrización. Algunos antisépticos disponibles en el mercado son la yodopovidona y la clorhexidina, esta última mucho más recomendable, dado que en algunos casos el yodo puede causar efectos secundarios indeseados. También ha sido común el uso agua oxigenada como antiséptico, pero esta, por su acción, efectúa pequeñas quemaduras en la piel, lo que puede llegar a constituir un daño localizado en este tejido. El suero fisiológico, por su parte, es la solución salina que se usa en segundo lugar para aclarar y dejar la zona libre de la sustancia antiséptica.
Gasas estériles: la gasa en sí es una tela especial para usos médicos y esta, en su manipulación, puede contaminarse con microbios presentes en el aire o en algún fluido; por esto es recomendable optar por gasas estériles, cuando se trata de incluirlas en un botiquín de viaje. Lo que mantiene su esterilidad es un empaque plástico, por lo general sellado al vacío. Se reconocen fácilmente porque su presentación suele consistir en una caja que contiene varias unidades empacadas individualmente.
Tapabocas y, ojalá, monogafas: estos elementos son esenciales para cubrir la nariz, la boca y los ojos y, así, evitar que las microgotículas de saliva o de sangre de otras personas entren en contacto con nuestras mucosas.
Banditas o curitas: estas constituyen una herramienta práctica para realizar fácilmente vendajes en heridas pequeñas y cortes superficiales.
Libreta de apuntes y bolígrafo: sí, leíste bien; libreta de apuntes. Si auxiliamos a un desconocido, lo primero que debemos hacer cuando entramos en contacto con él es preguntarle su nombre, su edad, el nombre de su pariente o allegado más cercano y un teléfono de contacto. También es importante preguntarle cómo ocurrió la emergencia y qué sintió, por ejemplo, en el caso que se haya desmayado. Todo esto, claro está, si la persona está consciente, aunque sea parcialmente.
Manual de primeros auxilios: cuando se adquiere un botiquín completo o prearmado, es muy probable que incluya este manual. Si, de otro modo, la persona compra los elementos por separado y luego los reúne en un bolso o maletín, vale la pena conseguir un manual de primeros auxilios impreso, en alguna librería o almacén de productos de uso médico, o descargarlo de algún sitio de internet que así lo permita para luego imprimirlo. Lo preferible es leerlo en cualquier momento, como un libro más, no esperar a que se presente una emergencia para desempacarlo. No obstante, tenerlo dentro del botiquín también podrá ser muy útil, pues es posible que en medio de una situación de emergencia no se logre recordar lo que se leyó previamente y quizás otro acompañante pueda ir leyendo algunas instrucciones mientras usted se dedica a atender a quien requiere la ayuda.
Bajalenguas: estas laminitas, comúnmente de madera, son de gran ayuda para el personal de atención en salud, pues le permite observar la boca y la garganta de los pacientes, de donde obtiene información de utilidad para realizar el diagnóstico. Las demás personas, es decir, las que no cuentan con conocimientos ni entrenamiento médico, encontrarán altamente útiles los bajalenguas para inmovilizar algún dedo descompuesto.
Tijeras, preferiblemente de tipo “cortatodo” o “de trauma”: estas tienen la punta roma (redondeada) y sus hélices dobladas en un ángulo obtuso. Se prefieren para los botiquines, puesto que se puede trabajar con ellas cerca de las personas de forma más segura, en comparación con otros tipos de tijeras. Así, se puede cortar una prenda de vestir o una venda muy cerca del paciente, prácticamente sin riesgo alguno de causarle una cortada.
Bolsa para disposición de residuos biológicos: por norma universal, estas deben ser de color rojo y disponerse en contenedores especiales que manejan, sobre todo, los hospitales y clínicas. Por tanto, siempre que sea posible en una ciudad o municipio, debe optarse por disponer estos residuos adecuadamente en dichos lugares.